Durante la pasada sesión del
seminario de Teoría Crítica, la doctora María José Fariñas Dulce, Catedrática Acreditada
de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid, expuso el tema: Las rupturas de los consensos
básicos de la Modernidad desde la perspectiva de la Teoría Crítica.
Partiendo de la importancia de
la teoría crítica, entendida como aquella que intenta esclarecer las luchas
detrás de un procesos histórico o de una narrativa oficial, la profesora Fariñas
planteó diversos postulados tendientes a develar que, desde los últimos 30 o 40
años, se está asistiendo a un proceso histórico y social que de alguna forma
afecta directa o indirectamente a los consenso básicos de la Modernidad, provocando
un escenario radicalmente diferente.
Parecería que al día de
hoy todavía se siguen utilizando instrumentos para un mundo que ya no es el que
era. El mundo actual es uno profundamente diferente al del siglo XIX o siglo
XX, pues se han producido diversas rupturas de pactos en la Modernidad que han provocado
una situación de crisis generalizada. Tales quiebres, según la exposición de la
doctora Fariñas, se pueden englobar en torno a tres ideas:
- En primer lugar la ruptura socioeconómica, es decir que la idea de
equilibrio entre trabajo y economía, entre sociedad y economía (pues el trabajo
es el centro de la inclusión social), se rompe frente a las vertientes neoliberales
y del neoconservadoras de la actualidad.
- En segundo lugar la ruptura
sociocultural, consistente con lo que tiene que ver el conflicto pluralista.
Pues, más allá de las retóricas de las grandes declaraciones de principios y de
derechos, la Modernidad había establecido un pacto de homogeneidad entre la
sociedad y la cultura, con el fin de reducir todo a lo único (un estado, un
derecho, una lengua, una religión). La reducción a lo único es la forma que la
Modernidad tuvo para tratar el conflicto pluralista, el núcleo básico era la
homogenización de la cultura y dotando de una validez universal a dichos
conceptos. Así entonces, se cuestionan esos criterios de homogeneidad, y se
produce una escisión entre la sociedad y la cultura, ya no hay un solo modelo
al que integrarse, sino que ahora hay varios modelos a los que uno se puede
integrar. Las consecuencias de esta ruptura, son bastantes perversas porque una
vez roto el pacto de unificación, la consecuencia que se está produciendo es
una instrumentalización política y electoral, con todo lo que tiene que ver con
la cultura y las identidades. Consecuencia bastante explosiva porque por una
parte tenemos ciudadanos empobrecidos y marginados, que a la vez se les
manipula y se les hace enfrentarse por el color de la piel o por la religión
elegida.
- En tercer lugar la ruptura
geoestratégica, que se relaciona con la caída de los países de bloques
soviéticos, con el quiebre de las dos estrategias de entender el mundo
claramente diferenciadas, y que provocaba cierta estabilidad. El mundo deja de
ser un mundo bipolar, organizado en torno a esos dos polos y surge esa utopía
de construir un mundo unipolar. La democracia capitalista ya no es el fin de la
historia, como lo afirmó Francis Fukuyama. Nos encontramos frente a un mundo apolar,
o incluso un mundo no polar, la era de la no polaridad, según Richard Haas. No
hay un polo de dominación claro y un mundo, además, en el que han aparecido en
escena nuevos y muy diversos actores sociales y políticos.
En estas tres posturas se puede
resumir un poco cómo la modernidad se ha fragmentado. Lo que durante dos
siglos se ha construido como consensos básicos para el funcionamiento de las
sociedades modernas, al día de hoy está fracturado.
Ahora bien, la conjunción de
estas tres rupturas está teniendo consecuencias muy nefastas para los seres
humanos. Provocando situaciones muy conflictivas de gestionar, donde las únicas
respuestas que se aportan son soluciones a corto plazo, o soluciones ad hoc. Y
es que después de analizar estas rupturas, queda claro que ahora mismo no
tenemos los elementos conceptuales ni prácticos para establecer un nuevo pacto.
La realidad que se presenta es una realidad de quiebre de pactos societarios, pactos que
servían para que el mundo funcionase de tal o determinada manera. Y lo cierto es
que el mundo sin pactos, resulta más inseguro en todos los ámbitos, más
problemático, un lugar donde es más fácil manipular todos.
La repercusión de estos quiebres
es muy fuerte en las sociedades del siglo XXI, pues los sectores que están en
riesgo de exclusión social son cada vez más amplios, y porque el trabajo ha dejado de ser el
elemento central de integración social; provocando enfrentamientos, haciendo que
nos olvidemos de lo que nos une.
La idea de lo colectivo se ha perdido en la
lucha. El enemigo no está tan claramente definido. El problema de la crisis es
que trasciende a una crisis económica o financiera, que es una crisis que
responde a una ruptura a unos pactos básicos de la sociedad moderna.
Toda esta situación, descrita por
la expositora, nos conduce a las crisis políticas que estamos viendo, a los
problemas identitarios y organizacionales, a una cierta cultura de la
ilegalidad, transmitiendo a las personas una idea sobre un mundo más inseguro
que antes, donde prevalece una cierta idea de ilegalidad, una cierta idea de
todo vale. De ahí entonces, que debemos tener cuidado con estas escisiones de
la modernidad, porque tiene un común denominador que es poner en riesgo de
muerte a la democracia.