domingo, 8 de marzo de 2015

Octava sesión: “Justicia comunitaria. Entre los pliegues y las grietas del sistema judicial moderno” por Edgar Ardila

Próxima sesión: lunes 9 de marzo 2015, de 14 a 15:45pm.

Edgar Ardila, profesor de Teoría del Derecho y Derecho Constitucional de la Universidad Nacional de Colombia, impartirá la octava sesión de la XII edición del Seminario de Teoría Crítica, denominada: “Justicia comunitaria. Entre los pliegues y las grietas del sistema judicial moderno”.


Esperamos contar con su presencia en el aula 11.0.16.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Laura Branciforte - Activismo y feminismo en los años 70-80


En la última sesión del seminario de Teoría Crítica, Laura Branciforte, profesora en el Departamento de Humanidades en Historia, Geografía y Arte de la Universidad Carlos III de Madrid, se encargó de exponer distintos postulados en torno al activismo y feminismo durante los años 70-80. 

Entendiendo la relación entre activismo y feminismo como una de las formas de reformar la sociedad, lo que se intenta no solo es racionalizar los conocimientos feministas, sino también buscar una genealogía histórica de lo que se podría denominar como “la genealogía de la exclusión”.  

Pues el origen del feminismo es, al fin y al cabo, el estudio de la genealogía de la exclusión y al mismo tiempo la búsqueda de prácticas de inclusión, es decir de los activismos. Lo que se busca es detectar unas determinadas unas normas y valores alternativos a los establecidos, y entender cómo se realizan estos desde diferentes disciplinas.

De ahí que hoy en día no se pueda hablar de un solo feminismo, sino que es preferible hablar de feminismos, dado también su evolución histórica.

Realizando un repaso histórico sobre los orígenes del feminismo contemporáneo, así como también de otros antecedentes ocurridos en épocas remotas, la profesora Branciforte se refirió en específico al momento en que al mismo tiempo nace el Estado moderno, es decir al tiempo en que se conforma y se construye un proyecto liberal, un proyecto excluyente de corte individualista y que excluye del concepto de individuo y de ciudadano a las mujeres. 

Así se podría hablar de la primer ola del feminismo que empieza a partir de la Ilustración, a partir de unos textos que encuentran una masa crítica, que son por ejemplo las ideas de Mary Wollstonecraft en su libro Vindicación de los derechos de la mujer, o La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana de Olympe de Gouges, o El Sometimiento de la mujeres de John Stuart Mill y su mujer Harriet Taylor. Así, ese el momento definitivo en que se puede estudiar dicha genealogía de la exclusión, y los activismos como estrategias de la exclusión. 

La teoría feminista va íntimamente relacionada con el nacimiento de un movimiento social. El feminismo, a partir del siglo XIII, es un movimiento social y se suma a todos los "ismos" de dicho periodo histórico. 

Por lo tanto, el feminismo como movimiento social tiene sobre todo un repertorio propio de técnicas de resistencia vinculadas a acciones que, usando una terminología mucho más moderna, podrían definirse como micro-política, o vinculadas a acciones que se relacionan con la macro-política.

Las primeras acciones de resistencia feminista, empatadas con los actos realizados por las suffragettes, tiene en realidad unos moldes bastante  parecidos a las acciones realizadas actualmente (por citar un ejemplo en concreto con el movimiento de FEMEN), pues existe una serie de reconocimientos que se corresponden entre el presente y el pasado.

Ahora bien, a la pregunta de qué relaciones han instaurado los activismo contemporáneos con la construcción del Estado moderno, pues se puede contestar que estas siempre han sido relaciones bastante conflictivas, y que la construcción del Estado liberal democrático ha tenido un ritmo distinto al del feminismo. Precisamente, esta cuestión que intenta analizar la manera cómo el feminismo y la contemporaneidad no se desarrollan a la par (como si el feminismo siempre se ha tenido que enfrentar, e ir persiguiendo los cambios en los que las mujeres no estaban incluidas), ha sido analizado por la expositora y por la profesora Rocío Orsi en el libro Ritmos contemporáneosPor lo tanto, bajo estos parámetros la relación entre feminismo y democracia se vuelve bastante tensa, y cuando se incluye en la ecuación el concepto de poder, las relaciones se tornan mucho más complejas.

Después de trazar cronológicamente distintas actos de visibilidad feminista y de acciones colectivas a lo largo de la historia contemporánea y resaltar el hecho de que, para bien y para mal, dichos activismos han tenido un impulso importante gracias a las figuras de mujeres excepcionales que han acelerado el curso del feminismo,  Laura  Branciforte afirmó que el objetivo del feminismo es la eliminación del orden, la eliminación de lo que en una palabra puede ser llamado como patriarcado, la eliminación de este orden socio-moral y político que perpetua la jerarquía masculina pero también una heterenormatividad que está regulando nuestra sociedad y que rige nuestras identidades.

En los años setenta el papel que le corresponde a los feminismos es el de desestabilizar y romper dicha mirada del patriarcado. Le toca desmontar la idea de un genio que es masculino, occidental, blanco, heterosexual. Y también le corresponder desmontar la idea de un canon de maternidad naturalizada, el hecho de tener que hacer de mujeres, según los cánones de los años cincuenta, de lo que Betty Friedan definía como la mística de la feminidad. En esos años se tiene que romper dicho constructo socio-cultural y político.

Después de exponer sucíntateme el surgimiento de distintas manifestaciones feministas en los setenta, la expositora hizo explícita la crítica radical durante estos años a unos determinados saberes heredaros. Así, contra lo que se protestaba no era propiamente un problema político, ni era tampoco un problema sobre lo legislado, eran feminismos que van en contra de lo normativo, de las costumbres, y de los modales asentados en la realidad cultural. Son los años de lo personal es político. Donde lo político es todo aquello que entrañe una relación de poder. Por tanto no hay ya distinción entre espacio público y espacio privado.

En los ochenta son los años en lo que el modelo económico del capitalismo empieza a capitalizar la política formal, son los años de las grandes reformas. Años de la despenalización del aborto, de la aceptación del divorcio, son los años en los que se puede hablar de un acercamiento a una ciudadanía femenina y plural, son los años en que Chantal Mouffe cataloga como los años del retorno a la política. Pese al conservadurismo de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, las mujeres encuentran nuevos instrumentos de reacción.

El feminismo de los años ochenta cuenta con unas características que busca el encuentro con la democracia a través de los marcos legales que este mismo sistema propone. Es la década en las que el feminismo menos reivindicativo estudia, y promueve, los sistemas de mecanismos de implementación de la igualdad (como las cuotas y la discriminación positiva). Sin embargo, es verdad que estos instrumentos que vienen a cubrir dicho déficit igualitario hacen que las mujeres adquieran posibilidad y acceso en poderes hasta ahora de los que quizás directamente por mecanismo de selección, que nunca son neutrales, quedarían excluidas.  

Son los años en los que también el feminismo se ha hecho más fuerte, una teoría política más experta, en los que empieza desde el feminismo de la diferencia y desde el feminismo de la igualdad, a romperse el discurso del naturalismo que justifica la división de los papeles y la  doble moral. Así el feminismo va abriéndose camino, por un lado, hacia el marco constitucional, pero por el otro sigue bastante activo en su vertiente radical (por ejemplo el feminismo antinuclear de Inglaterra, Australia e Italia).

Por lo tanto, qué es lo que ocurre entre los feminismos y la democracia, y lo que es el camino democrático liberal de la sociedad contemporánea, quizás podría decirse que las teorías feministas siguen siendo muy críticas con este proyecto. Pues en el momento en el que se crea una sociedad liberal democrática, desde las constituciones, se excluye a las mujeres, de ahí que el feminismo sea llamado el “hijo ilegítimo de la sociedad”, pero también van naciendo nuevos hijo ilegítimos en esta sociedad, como podría ser la teoría queer o estas nuevas concepciones de la nueva masculinidad, por lo tanto quizás lo que se tendría que desmontar, alejándose del carácter biopolítico del género, es una reconsideración de lo que es el poder, de lo que son las relaciones de los feminismos con la gestión y la re-comprensión del poder. Existe la urgente necesidad de guillotinar una idea que no es incluyente de las diversidades de la sociedad contemporánea.