viernes, 28 de noviembre de 2014

Pablo Gómez - ¿La alegría ya viene? Algunas propuestas teóricas para una transición invisible


Durante la pasada sesión del Seminario de Teoría Crítica, Pablo Gómez Manzano, alumno del doctorado en humanidades de la Universidad Carlos III de Madrid, expuso el tema titulado “¿La alegría ya viene? Algunas propuestas teóricas para una transición invisible”, con la intención de abordar y contextualizar diversas cuestiones filosóficas-culturales relativas al complejo caso de transición chilena.

Iniciando con la explicación del nexo comercial del título de su exposición “La alegría ya viene”, aprovechado porque este puede llegar a asociarse recientemente con la película NO (2012), dirigida por Pablo Larraín y protagonizada por el actor mexicano Gael García Bernal, donde en palabras del expositor antes que abordarse propiamente cuestiones sobre la transición en Chile, lo que se propone son las distintas maneras en que se difunden las estrategias comunicacionales de las campañas enfrentadas en el plebiscito de 1988 (por un lado la del “”, que englobaba la idea de continuismo de Pinochet, y por el otro la del “No”, como alternativa democrática para enfrentar el régimen autoritario).

La intención final de dichas estrategias era sencillamente presentar distintas maneras de relatar los tiempos, es decir de imponer a la historia un determinado pasado, presente y futuro en Chile.

Así, la campaña del “” jugaba con los 3 tiempos, no obstante haciéndolo obviamente de una manera bastante propia de la derecha; por ejemplo, en el caso del pasado haciendo una remisión a lo peor que había anticipado a la dictadura —que a su modo de ver era el desorden generalizado provocado por el gobierno socialista de Allende—, respecto al presente y al futuro poniendo en relieve el importante crecimiento económico que principalmente favoreció a las clases altas, aunque sin mencionar las graves desigualdades sociales y omitiendo claramente los costos humanos que tuvo la transición.

La estrategia comunicacional de la campaña del “No” jugó sobre todo con el tiempo futuro, con el futuro indeterminado, porque de una manera muy pragmática trató de obviar el pasado centrando la campaña en una frase bastante abierta, es decir con “la alegría ya viene”, donde subyace una promesa de una democracia en contraposición a la dictadura, pero sin una verdadera significación fuerte de cuál era el contenido sustancial de dicha campaña.

En estos temas resulta importante resaltar que no basta con determinar lo que expresamente dicen y proclaman dichas campañas políticas, sino que también habrá que estar pendientes respecto a lo que omiten y callan.

Luego de dicha introducción a propósito de la película, el expositor, a partir de la pregunta: ¿Llegó verdaderamente la alegría a tiempo presente?, realizó distintos análisis al respecto tanto problematizando el tema, como cuestionando lo ocurrido. En la opinión de Pablo no ha llegado la alegría prometida desde hace varios años atrás, y es que dicho concepto bajo la actual situación que predomina en Chile, sencillamente no se puede calificar como lo que tendría que haber llegado, sino más bien como un descontento. 

Cuando por las perspectivas que tiene la gente se afirma que dicha alegría aducida por la campaña del “” sencillamente no llegó, este enfoque se enfrenta con la opinión que desde la institucionalidad se proclama de la democracia chilena como un ejercicio muy exitoso, donde los medios de comunicación no se cansan de pregonar un discurso tan fuerte y tan constante que parecería que aquellos que cuestionan dichos procesos están equivocados.

Así entonces, resulta que la transición a la democracia en Chile se vuelve un proceso eterno. Quedándose en un ejercicio meramente procedimental y más encima amarrado a muchas precondiciones que quedaron desde la dictadura y que hace que la democracia no pueda resignificarse de manera sustantiva.

Al existir relatos muy fuertes, como en este caso es el de la llegada de la democracia en Chile, que se desarrollan desde la institucionalidad y que tratan de normalizar las concepciones de las personas, al final de cuentas se termina determinando pensamientos para definir las diferentes alternativas que se pueden imaginar. Sin embargo, a pesar de tal panorama, el expositor manifestó su creencia de que a veces y bajo ciertas circunstancias es posible constituir otras formas en las que se pueden organizar las sociedades. No hay que olvidar, que en la actualidad, Chile mantiene la esperanza que desde 2011 se ha vivido a través de un proceso de despertar ciudadano muy importante, caracterizado en varios movimientos sociales que propulsan discusiones y posibilidades de cambiar el escenario de forma bastante severa.

Ahora bien, cuando se evoca el término de "transición invisible" Pablo hace referencia al conjunto de cambios que van impulsan una especie de cultura del sujeto, en los términos de Gabriel Salazar, donde finalmente se han dejado de observar los modelos ajenos para definirse y se trata de buscar una autodefinición como ciudadanía que emerge de las propias prácticas sociales que se desarrollan.

Entonces, el brote fundamental en el que se produce dicha "transición invisible" es a través de los movimiento sociales, como modelos culturales con un valor epistémico intrínseco, (más allá de una perspectiva cerrada del movimiento social como un agente que está solo para transgredir la institucional). Dichos fenómenos, tarde que temprano, se esperaría que se transforman en nuevas formas de traducir las prácticas sociales, calando tanto a la institucionalidad como a la democracia.

Pablo Gómez afirma que el carácter invisible del fenómeno descrito cuenta con dicha característica porque no es un relato que está en la historia oficial o la historia institucional enseñada, sino que se va llevando a contracorriente. La sociología tradicional y  las ciencias tradicionales ven en estas irrupciones sociales como aquellos fenómenos que provocan un desorden en la normalidad, no obstante todas estas irrupciones van concatenadas a lo largo del tiempo en un proceso que el expositor propone teorizar como "transición invisible".